Capítulo VI...
(Capítulo VI.)
¿Qué le pasaba a España?.
¿Qué había hecho posible que nuestro país se hubiera convertido en una pocilga?.
¿Quién o quienes eran los culpables, de que los terroristas fueran mejor tratados que las víctimas; y que gobernara, una caterva de indeseables coaligados, donde figuraba la escoria ética de la nación, desde amigos del terrorismo, a comunistas, golpistas catalanes; y mercenarios vascos, todos unidos por el odio a España?.
¿Qué habían hecho posible que las leyes beneficiasen, a los peores, desde los okupas, ladrones de viviendas; y maleantes, a los que llegaban a España ilegalmente, violando las fronteras?.
¿Por qué razón circulaban libres, por las calles, delincuentes contumaces, detenidos por la policía decenas de veces?.
¿Qué habían ocurrido para permitir que los políticos dejaran de ser servidores públicos, para transformarse en seres egoístas, pendencieros, corruptos; y rufianes, que aprovechaban su poder para enriquecerse?.
Muchos de los dirigentes habían dejado de ser ejemplares; y convirtieron en indeseables; y muchos periodistas habían sido comprados; y ya no informaban ni respetaban la verdad, muchos jueces estában más al servicio de partidos políticos que de la Justicia; y muchos funcionarios maltrataban al ciudadano; y el gran mensaje que la sociedad percibía era que era mas rentable arrimarse al poder, para participar del botín de la corrupción que estudiar una carrera; y trabajar honradamente.
Fueron Zapatero; y Sánchez, los dos principales artífices del desastre de España.
El origen del hundimiento moral; y emocional de España era viejo; y sus raíces quizás estuvieran, en 1975, pero el proceso de degradación se aceleró con Zapatero de presidente, continuo con Rajoy; y alcanzo niveles de vergüenza; y asco con Pedro Sánchez.( el escorpión).
En pocos años, España paso de ser uno de los países de mayor crecimiento de la U.E, a sufrir una profunda depresión nacional, con más de cinco millones de parados, con la democracia asesinada, las clases medias en extinción, las empresas en retroceso, agobiadas por los impuestos; y las trabas burocráticas; y una reducción de la riqueza que amenazaba con descender al Tercer Mundo.
Si la caída hubiera sido sólo económica, habría lugar para la esperanza provocando una reacción; y un cambio de ciclo, pero era también moral, emocional, religiosa, política; y social con los valores en bancarrota; y con las viejas costumbres en crisis.
De algún modo, España era víctima de una tormenta perfecta, acosada por la peor clase política de Occidente; y la ciudadanía más cobarde; y permisiva de toda Europa, incapaz de defender sus conquistas, libertades; y derechos, seriamente amenazados.
El país estába siendo sistemáticamente debilitado desde el poder; y la sociedad estába siendo castrada; y desmoralizada por los que gobernaban.
Era todo un atentado criminal contra la nación.
Una década ya estába perdida; y aunque se reaccionára, se perderían otras curando las profundas heridas.
Durante la última legislatura, el país había transitado de la euforia a una intensa crisis económica; y social, cuya principal consecuencia fue la desmoralización de los ciudadanos; y un fatalismo ante la decadencia que parecía un suicidio colectivo.
La gente, no estaba preparada para contemplar como los peores alcanzaban el poder; y desde los palacios; y ministerios gobernaban la nación sin tino ni decencia, generando destrucción, división, enfrentamiento, mentiras, engaños; y un escándalo tras otro.
En todo balance serio, los primeros que debieran ser culpados deberían ser los que tenían mas responsabilidad; y poder.
En el caso de España, los grandes culpables fueron; y eran los políticos, que traicionaron el mandato ciudadano de gobernar procurando el bienestar; y la felicidad de los ciudadanos.
Ellos se habían comportado como miserables, se atiborraron de privilegios; y de poder, negándose a rendir cuentas; y a pagar por sus destrozos; y brutalidades.
Bastaba contemplar España, para advertir que la habían destrozado a marchas forzadas.
Los que mandaban habían gestionado mal la economía, llenaron España de muertos por gestionar mal la pandemia, permitieron abusos; y arbitrariedades a diestro; y siniestro, como la orgía de los okupas, ladrones de viviendas protegidos por el poder político, la imposición de impuestos injustos, abusivos; y esquilmadores, la humillación de las víctimas del terrorismo; y una mafiosa; y rencorosa distribución de los privilegios; y los recursos, beneficiando, a los amigos del poder; y castigando a los adversarios.
La vileza, la maldad; y la mentira fueron dueñas del país; y los desalmados se apoderaron poco a poco de las calles.
¿Cómo se había llegado hasta aquí?.
Las explicaciones fueron histéricas, e interesadas.
Unos culpaban a la derecha; y otros a la izquierda, como era propio en un país que había sido dividido; y enfrentado desde un poder político envilecido; y dañino.
Pero la verdad era que la decadencia empezó a partir de la muerte del dictador, cuando en lugar de una democracia los políticos construyeron una dictadura, camuflada de partidos políticos, sin ciudadanos, con un poder desmedido en manos de los políticos, sin controles eficaces, sin los frenos ni cautelas que exigían la democracia.
Desde 1978 el país no había dejado de dar traspiés, pero el descenso a los infiernos se aceleró poderosamente con la presidencia del inepto; y siniestro José Luis Rodríguez Zapatero, continuo con el falso; y cobarde Rajoy, que traicionó a sus votantes incumpliendo sus promesas; y dejando en pie los destrozos de Zapatero; y se aceleraron hasta el cataclismo, con Pedro Sánchez, un demonio que se encargo de dividir, enfrentar, herir, despilfarrar, marginar, endeudar, arruinar, esquilmar; y humillar, aplastando la decencia, la democracia; y la justicia.
Desde el poder, se excusaban esgrimiendo que el deterioro era mundial, pero, aunque era cierto que existían síntomas de retroceso; y de crisis, productos de una globalización desequilibrante, en ningún país de Europa el desastre había alcanzado las dimensiones de España, país al que muchos analistas internacionales sitúaban al borde de colapso; y a un paso de convertirse en un Estado fallido, quizás en puertas de un conflicto civil serio.
Antonio Pedrosa...