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¿Y de que se quejan ahora los populares?.
El gobierno ha "mariconeado", poniendo paños calientes durante todo este tiempo; y ha creído que hacer política
consistía en que no mosquear demasiado al gobierno catalán, en vez de ejercer sus responsabilidades;
conforme a las leyes.
Cuando se hace política, con más complejos que convicciones; el de enfrente te toma la medida,
te chotea, te deja en ridículo; y aunque al ejecutivo de Rajoy, se le pueden recriminar no pocos errores,
ninguno es superior a éste, porque cuando tienes enfrente a gente acostumbrada, a incumplir las leyes políticas
o criminales sin que les tiemble la voz ni la dignidad, o les paras los pies o te sodomizan.
Hoy hay gente preocupada porque, al haber ganado Pedro Sánchez , está más cerca la posibilidad de que el P/S,
avance en la teoría de la "nación de naciones", defendida por su renovado líder,
que a todas luces ignora lo que es una nación.
En Podemos se felicitan, porque todo les empieza a cuadrar: tienen enfrente a un gobierno desprestigiado
por la corrupción; y a un partido socialista dividido, con un gran apoyo de su militancia pero
con escaso número de votantes; y un nuevo jefe dispuesto a lo que sea para cumplir un sueño personal.
Todo lo que ha sucedido no es producto de la casualidad, sino de la paciencia de quienes hace tiempo
compraron la teoría, de cuanto peor mejor; y llevan camino de conseguirlo.
Los del "coleta morada", saben que ésta es la tormenta perfecta; y no la piensan desaprovechar.
Todo esto sucede, porque Rajoy hace mucho tiempo que dejo de hacer política; para convertirse en el contable
perfecto que hace cuadrar las cuentas de una empresa, sin dedicarle ningún esfuerzo a que la imagen de marca
enamore a nadie.
Un país, no se gobierna fumándose un puro; y esperando a que escampe, sino cogiendo por los cuernos al toro de
la corrupción, del secesionismo; y del populismo que no hace ascos, a la violencia contra quienes piden
más democracia en Venezuela, espejo en el que se miran los dirigentes de Podemos.
Ante esta tormenta de insensateces, no existe en el horizonte ningún argumento para que nos sintamos felices.
(Antonio Pedrosa.)