https://youtu.be/maM5QI3REw8

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sábado, 16 de noviembre de 2013

Malas personas. e indecentes.

Si algo he odiado y odio en esta vida es la delación, es decir, denunciar desde el anonimato y por tanto desde la impunidad a otro ser humano por alguna conducta improcedente socialmente. Sea referido al tema que sea y sea bajo el sistema o régimen político que sea. Creo que es el origen de todos los males de la humanidad y lo más innoble que puede realizar una persona, que, de esta forma, se rebaja en su condición humana de vicios y virtudes. Es una forma ruin de venganza, de traición, de chantaje, de introducción a la tortura, bajo la disculpa y pretendida justificación de una conducta cívica.


Este País, al que por cierto hemos concedido generosamente el monopolio; doloroso de la violencia, tiene y debe tener medios suficientes, y de hecho se sobrepasa, para solucionar los conflictos por sí mismo; y sin valerse de una de las más duras abyecciones en las que se puede caer. Pero nunca incitar a otros ciudadanos a la delación (chivatear). sea gratuita o retribuida.

Hay quienes quieren; e  invitan a los ciudadanos a la denuncia anónima, de quienes transgredan las normas de civismo; laborales, de fraude en el empleo o Seguridad Social, o cobros indebidos de prestaciones. Esto es  sencillamente; repugnante. 



 Convertir un pueblo en un lugar; en el que la denuncia sea usual; e instigada por el que gobierna;, convierte al pueblo; e incluyo a los más democráticos, en un pueblo; y una sociedad, donde la desconfianza; y la miseria mental son reinas.

Y ello vale tanto, para el amigo o amiga; que te cuenta que tu novia te engaña, o acudiendo a un programa de televisión para vender confidencias; y miserias de tu ex-mujer, como para las más siniestras actuaciones policiales.

Todos conocemos algo denunciable, pero si tan buenos ciudadanos somos, deberíamos tener la fortaleza moral de hacerlo públicamente, sin refugiarnos en la ignominia e hipocresía, y arriesgarnos a la posible represalia. Se empieza denunciando, generalmente por envidia, a alguien que cobra indebidamente una retribución; y se termina señalando por una mirilla a cualquier disidente político.


Sabíamos que, algunos no tienen verguenza, pero no sabíamos que no conceden el menor valor a la dignidad humana, al delatar a alguien por algo que seguramente nosotros haríamos si las circunstancias fueran favorables. Porque, además, ¿dónde estarían el límite o frontera de lo que somos capaces de delatar? ¿A nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a los marginados y desprotegidos?

P.C.A.  ¿Hay muchos Españoles, a los que en estos momentos preocupe el conflicto; y la independencia de Catalunya?..A mi no me preocupa, porque lo que tenga que pasar pasara...