No hace falta llamarse Puigdemont para poder mentir en varios idiomas; y contradecirse con otras falsedades unas horas después, porque el prófugo más coñazo de lo que llevamos de siglo no es el único que desbaria sin límites.
El síntoma más alarmante del deterioro intelectual; y ético de nuestros tiempos está precisamente en esa falta de relato que lleva a muchos ciudadanos a resumir su pensamiento en dos, tres o cinco frases, que todas juntas compendian su arquitectura mental.
Basta con decir "España nos roba", o "España es una mierda" para conseguir que una sociedad a la que gratuitamente todo el mundo le ha otorgado la condición de ser la más culta, moderna, europea y tolerante, se abrace a un trapo de mercadillo mezcla de bandera cubana y estelada, para que sus delincuentes les parezcan personas honorables.
Pero casi todo está inventado porque fue José Luis Rodríguez Zapatero el que puso en práctica la teoría política de que "hay que aliarse con los enemigos de tu enemigo y convertirlos en tus amigos aunque no tengan nada que ver con tu ideología".
Eso es lo que están haciendo, con éxito, los tarambanas del proccés que han conseguido reunir al cutrerío más zafio e inmoral que existe en España, con los que no dudan compartir cualquier espacio público o privado, siempre que apoyen su causa.
En cambio España sí necesita recuperar un relato para que la gente tenga un argumento serio a la hora de apoyar a unos u otros; y ese relato no tiene que ser fundamentalista como algunos pretenden, sino simplemente descriptivo.
No hay nada más peligroso, que intentar buscar la verdad absoluta en un momento en que cada uno está buscando la suya, en el mercadillo de las ocurrencias.