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lunes, 1 de febrero de 2021

(2020 _12)

           (2020 _12)

El mundo iba camino de su perdición. 
La sociedad que  conocían los que tenían sesenta años ;y ya no digo nada de las generaciones anteriores, se habían esfumado, a pasos agigantados. Los principios que aprendieron en su día en la escuela, ya no valían para nada. 
Te  paseabas por la vida defendiendo el mérito, el esfuerzo, el respeto, la educación, la discreción; y la austeridad. 
Quién iba a decir que hasta la Ley iba a proscribir aquel eficaz modelo educativo; y social que todos heredaron con gran naturalidad, de sus padres; y de sus abuelos. 
La Ley Celaá, la llamaban , para que nunca olvidarán a la ministra que la perpetró. Una catedrática de Bachillerato que educó a sus dos hijas en Las Irlandesas, uno de los mejores colegios de Bilbao. Religioso, privado; y segregado, por supuesto. Un compendio de todo de lo que abominaba, la izquierda. 
Tal era la coherencia de los gobernantes, que deseaban para los hijos de los demás que no nunca fueran competencia, para los de ellos.
La educación debería ser el primer pilar de aquel gran cambio social que ellos mismos promulgaban . Y por eso los políticos, libraban tantas batallas con ella.
 De ahí los terribles problemas con la lengua, que como instrumento de comunicación nunca debió generar tanta polémica.
El segundo instrumento, que utilizaban para promover aquel cambio social, era el manejo de los medios de comunicación. De ahí las grandes batallas para controlarlos; y las ingentes subvenciones que se destinaba, a comprar opinión, especialmente cuando decaia el dinero de los anunciantes; y poca gente adquiria ya periódicos en papel. 
Nunca había sido tan vulnerable la información que se recibía al peligroso influjo de los que mandaban . La prensa, antes llamada el "Cuarto poder", (por su contraposición a los otros tres clásicos, descritos por Montesquieu, el ejecutivo, el legislativo; y el judicial), estába en fase de refundición: junto con los tres restantes en las manos de los autócratas, sin escrúpulos  que  gobernaban .
Y la tercera; y más arma letal que utilizaban para conseguir la silenciosa revolución, social   acechaba era la de las redes sociales. Mayoritaria mente Facebook ; y tweeter 
Una herramienta inexistente hacia pocas décadas que se había convertido en el más poderoso instrumento, de creación de opinión;y captación de voluntades, que se había conocido jamás, el género humano. 
Y que estaba eclipsando al periodismo, como fuente principal de información de la mayoría de las personas. 
Con la agravante de su acumulación en poquísimas manos, que eran quienes abrían, o cerraban cuentas; y decidían según el sesgo ideológico, de la opinión pública mundial.
Esos tres poderosos cañones (educación, medios; y redes), apuntaban mayoritariamente en una sola dirección: la creación de una sociedad falsamente progresista, identitaria, fanatizada, amoral, laica, irrespetuosa; y subsidiada.
Justo, el modelo de pensamiento único que más útil resultaba a los políticos que dirigían el proceso;y que mejores dividendos generaba a los empresarios, que lo instrumentaban .
Algunos lo veían venir.
Otros, embobados, a diario con la tablet, o el móvil; y con Tele 5 o, La Sexta instalados en la tele;y no se enteraban de nada. 
Ni siquiera el mundo liberal, conservador estába reaccionando a aquella brutal transformación, política; y social, cuyo objetivo final era dejarles definitivamente, fuera de juego.
Algunos de sus representantes por comodidad, otros por falta de luces; y bastantes de ellos por cobardía, estában dejando que les cambiasen; y ante sus narices, el modelo con el cual triunfaron sus ideas en muchas partes del mundo.
 Porque el nivel de vida de que gozaba la humanidad, en el siglo XXI, no lo había traído el comunismo, sino el sistema capitalista, combinado con los logros de la democracia liberal.
Había que tenerlo todos bien claro.
Por mucho que ladraran los populistas, cuya aportación a la pobreza; y a la opresión del género humano estába sobradamente contrastada.
 Para los que todavía sabian leer.
Y es por ello por eso carecían de sentido los intentos del centro, derecha, por desvincularse de la batalla ideológica; y abogar por la mera gestión.
Resultaban más cómodo, para sus representantes;y quedaban genial con el progresismo dominante, pero estában abocados al fracaso.
Porque gestionar la sociedad que habían construido los rivales a la exacta medida, les iba a resultar una tarea imposible
 ¿Qué podian gestionar correctamente con gente adoctrinada, desprovista de capacidad crítica, sectaria, acomodada al subsidio, hedonista, carente de formación, incapaz de cualquier sacrificio, con un páramo mental invadido por Sálvame de Luxe; y La Isla de las Tentaciones; y desprovista de talento para crear nada?..
Sólo a la miseria.
Le convenía mucho enterarse.
 Luego no había que quejarse .
Teníamos un gobierno social comunista, traidor; y sin escrúpulos.
¿Qué era La demolición
La demolición era una recopilación de las decisiones más importantes, tomadas por el Gobierno que en el último año 2020. demuestraban que se estaba ante una estrategia de un gobernante, Sánchez,(el escorpión), que tenía como objetivo, demoler la democracia; y acabar con la Transición; y el sistema constitucional del 78. 
Se trataba de derogar la Constitución, de facto sin dejarnos la posibilidad de votar. Parecia necesario poner negro sobre blanco todas estas perversiones del sistema democrático; y del robo de los derechos de ciudadanía. Además, todo aquello no era el fruto de la incompetencia, o sectarismo, sino que formaría parte, de una estrategia aplicada por el (escorpión) Sánchez, aprovechándose de la pandemia, para ir hacia una segunda transición. 
La magnitud de esa traición, no se veía con los hechos dispersos, pero sí reunidos en este libro que era una llamada de alarma a los ciudadanos.
No solamente los partidos políticos eran responsables indirectos de esta violencia, también;y especialmente, la gran mayoría de los medios de comunicación lo eran. 
Aceptaban que les calificaran de "extrema derecha"; y que, en España, dado el bajo nivel existente, equivalia al fascismo. 
Cuando los verdaderos fascistas eran ellos.
Los que ejercitaban aquella violencia, e intolerancia.
Y aquellos, que no la condenaban claramente.
Las campañas, de las elecciones regionales catalanas habían comenzado con episodios de violencia callejera, contra los candidatos contrarios al separatismo, unas imágenes tercermundistas, que ya eran habituales en la política catalana, cuando los demócratas plantaban cara a los independentistas; y sus abusos.
En aquellos primeros días de campaña, se habían producido, no pocos altercados contra VOX, el partido más significado, en la batalla judicial, contra la intentona golpista del 1-O; y cuyos candidatos estában teniendo serios problemas para desarrollar sus actos públicos, con una mínima normalidad.
Santiago Abascal tuvo que ser protegido por la fuerza pública ante una multitud de energúmenos, nacionalistas que le lanzaron piedras, lo que dice mucho de la manera chapucera; y politizada con que la policía catalana incumple, la obligación, de garantizar el desarrollo normal de la campaña.días después se produjeron  nuevos altercados en diferentes puntos de Catalunya contra los candidatos del partido conservador, a los que trataron de silenciar por medio de la violencia, sin que, de nuevo, los Mossos d’Esquadra cumplieran con su obligación.
Tenía razón el partido de Abascal al denunciar la complicidad, de la Generalitat, con aquellas constantes agresiones, que sufrían los militantes, simpatizantes; y candidatos, una situación inaudita en países desarrollados, como España que, desde luego, sería respondida por la fuerza pública de muy distinta manera si las víctimas de los ataques hubieran sido de otro signo político.
Todos partidos demócratas, debieron condenar la violencia de los separatistas; y denunciado la impunidad, con la que actúaron, gracias a la complacencia, de las autoridades de la Generalitat .
No en vano eran los propios dirigentes, de las fuerzas independentistas, muchos de ellos con responsabilidades institucionales, los que instigaban los actos violentos, contra los que defendian la libertad de todos los ciudadanos; y la vigencia de la Constitución también en Catalunya .
Era realmente vergonzosa la naturalidad con la que eran asumidos los ataques; y amenazas del separatismo contra una fuerza política perfectamente democrática; y constitucionalmente ejemplar.
El anti fascismo sin fascismo. 
Se trataba de un engaño.
A ver si mordian el anzuelo.
Socorro, que nos rodeaban los fascista.. 
Mientras tanto, los comunistas, a la altura de los nazis estában en el gobierno.
El enemigo que no existia 
El uso vago, abusivo e indiscriminado del lenguaje era habitual en el discurso político;y por aquel año 2020...estaba más omnipresente que nunca.
En las últimas décadas, uno de los términos más populares de abuso político había sido "fascista" .
La práctica, del mal uso de esta palabra, alcanzó rápidamente cotas de histeria durante la candidatura presidencial de Donald Trump, en 2016.
Su uso se había vuelto tan indiscriminado, que algunos se quejaban de que la palabra había perdido cualquier significado, preciso, salvo el de desaprobación.
"Fascista", era especialmente útil como peyorativo politicanente , porque el término carecía de un significado, claro, por muy amplio que fuera , al igual que otras palabras comunes como "progresista" , “conservador", o "socialista" .
 En cuanto al uso de la violencia; y la búsqueda de una revolución,  el término ‘fascista’ podría aplicarse más fácilmente a la izquierda
El término fascista fue adoptado por primera vez, como peyorativo político general por la Internacional, Comunista en 1921; y posteriormente, los propagandistas comunistas, lo aplicaron en numerosas variantes, a todo tipo de grupos liberales-fascistas;y conservadores fascistas, así como a los fascistas italianos.
Cuando el nacionalismo autoritario empezó a florecer en muchos países europeos durante la Gran Depresión, los comentaristas; y analistas serios empezaron a extender el término también a los nacionalistas radicales de derecha; y autoritarios de diversos tipos, algunos más, otros menos, similares a los fascistas italianos.
Antonio Pedrosa 

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