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viernes, 29 de enero de 2021

(2020-10)

"Mi libro"
                (2020-13.

Desde que Alfonso Guerra advirtió que "el que se mueve no sale en la foto", los distintos dirigentes del P/S, interpretaron con ciertos matices, esa advertencia, pero nadie cómo el escorpión Sánchez,  descabezo sin piedad, cualquier movimiento crítico, o disidente desde que regresó a la Secretaria General, rodeado de fieles; y lacayos, para modificar las normas vigentes, que permitían un cierto contrapeso del poder. 
Eso lo tenían muy claro sus palanganeros, más próximos,  que,  sin necesidad de que nadie les animase, no se cortaba a la hora de llamar fascistas, a  compañeros históricos de su partido, que clamaban contra la deriva que llevaba  el partido del Escorpión Sanchez..
Sánchez "el escorpión" tenia cogidos a unos por "sus partes nobles"; y a otros por la ambición; y a los  más talibanes, por las dos únicas neuronas que aún les funcionan,  porque si algo  aprendió del "coleta morada" , su vicepresidente estalinista, fue que el poder se defiende, dejando en el camino, un reguero de víctimas.

Les advierto, que este capitulo puede herir la sensibilidad del lector e, incluso puede contener trazas de mal gusto. 
Está basado en hechos reales; y los personajes que intervienen, aun siendo ficticios, guardan estrecha relación con la necedad existencial, de un país imaginario llamado España.
Y digo imaginario, al entender que todo lo que nos venia sucediendo, me hacia pensar, que se trataba de un mal sueño.
También digo lo de mal sueño, porque me cuesta creer que en este país, hubieran desaparecido los grandes de la cultura, hombres; y mujeres capaces de externalizar, el sentido de la equidad para corregir una situación tan perturbadora, como la nuestra. 
Era entonces cuando la cordura de las brillantes mentes se necesitaban. 
Era el momento en que los intelectuales, de equitativa sensatez; y privilegiada mente debieron aportar conocimientos, algo de lo que adolecían en general la clase política en aquellos momentos. entonces era, cuando convenía hacer buena aquella frase de Abraham Lincoln: "Una casa dividida contra sí misma no puede mantenerse en pie" 
Me preocupaba España; y su letargo. 
Me hastiaba que para remediar nuestros males pretendieran que aún viviéramos de las rentas de una guerra civil. 
Me mortificaba que unos; y otros, me refiero a políticos, en liza, nos trataran a los ciudadanos como juguetes rotos, o moneda de cambio. 
Me asqueaba ver como el presente se desvanecía sin piedad, imponiendo la crueldad de un no futuro. Estábamos en un punto de no retorno; y así podríamos estar años e incluso siglos. Votamos, volvemos a votar en un ejercicio simplista, cortoplacista; y por extraño que parezca inútil de todo punto.
La situación en España, se nos había ido de las manos, estábamos a merced de los necios, de los simples; y de los paniaguados.
El país, necesitaba cordura intelectual, estadistas de oficio; y no regidores de medio pelo.
Sobraban progresías, sufragadas con el dinero de los contribuyentes. 
Sobraban los estereotipos de nuevo cuño, ya saben, o conmigo, o contra mí, lo cual conducía a la estupidez exponencial que  orbita alrededor de la perturbación mental, ya saben, si llevabas el reloj sobre la mano derecha eras un facha; y qué decir de los gallos que violaban a las gallinas; y el supuesto toque de la supuesta teta de la señora Pilar Rahola, por parte del rey Juan Carlos I, por no hablar de inseguridades, homicidios, o fronteras violentadas, entre otras lindezas. 
Pues esa estába siendo la recaudación de valores, gracias a la inoperancia política, social; y económica que nos dispensan los encantadores de serpientes.

Me alarmaba el abandono de la España rural, el deterioro moral, la penuria emocional; y de quienes Vivian el vacío, de unos pueblos llenos de campos infértiles. 
Me indignaba la superchería de la izquierda, tanto como la soberbia de la derecha, así como el enchufismo, el amiguismo al igual que toda clase de prebendas asociadas, a los cargos públicos. 
Me repelía la justicia politizada, quería un poder judicial independiente, capaz de amparar al honrado; y escarmentar al perverso.
Quería que fuera el pueblo quien legislase cuando algo no funcionaba, o fuera en contra del bienestar social de la mayoría.
Yo quería que los botarates de turno, supieran que al electorado no se le compraba con subastas ni mercadeos, como si fueran esclavos, sujetos a la oferta; y la demanda.
 Quería esa clase de verdad que nos haría libres, como sucede en otros países cuyos modelos de democracia funcionaba, con mejores garantías de presente; y futuro.
Por querer también quería un país capaz de reinventarse, de una puñetera vez, tomando ejemplos de otros cuyos gobiernos sabian dimitir por impericia demostrada. Quería que aquellos servidores públicos acusados de corrupción, o beligerancia de actos fueran juzgados con idéntica firmeza; y rectitud demostrando que la ley es igual para todos. 
 Yo  creía en la solidaridad, pero no, a cualquier precio. 
Quería  esa diversidad igualitaria bien entendida, bien armonizada, bien repartida; y con idénticos raseros.
 Quería que antes de que vinieran los unos, no se nos fueran los nuestros.
 Yo  ya sabia que la mentira en política era la verdad de los crédulos. 
  Y también sabia  que las divergencias ideológicas, quedaban bien para los devotos, pero a los sectarios le gustaba apacentar en la opulencia de los tolerantes. Hay canas en mi cabeza, pero yo sigo como un cándido, de la ensoñación. Créanme, toda esta historia nada que ver con ningún síndrome postvacacional.
Antonio  Pedrosa...


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