Mantras hay muchos, de hecho son conocidos sobre todo aquellos para alcanzar el éxito, o de auto-ayuda del tipo "Rodéate solo de personas que van a levantarte a lo más alto",.
"El éxito está conectado con la acción. La gente exitosa se mantiene en movimiento. Cometen errores, pero nunca se dan por vencidos"; frases que llevan razón; y que muchas veces repetidas, se interiorizan hasta el punto de convertirse en credos absolutos, que no admiten discusión.
Están los mantras que son leyendas urbanas, o ahora fakes news, que logran propagarse, para que una gran mayoría de ciudadanos los repita, como hechos ciertos, sin serlos.
Y luego está el tipo de mantras, que la sociedad asume; y que a modo de cercado rodean determinadas cuestiones; y las convierten casi en tabús; y sobre las cuales, no se puede opinar, mucho menos criticar en público, aunque en privado casi todos las cuestionamos. Un ejemplo claro es, lo que durante las últimas décadas ha rodeado a la Casa Real bajo el mantra de todo lo que el emérito hizo por la democracia; y su papel incomparable en la transición española, lo que le dio barra libre para consumir, a destajo en todo tipo de situaciones sin que nadie osara cuestionar su conducta; y solo aquella foto frente al elefante, muerto de Botsuana, le puso en el camino que le ha llevado al exilio donde hoy acomoda su corpórea realeza.
La Corona, su súper protección, e impunidad, porque por ser es, una institución que hay que respetar, ha sido uno de los primeros mantras de nuestra democracia.
Otro mantra muy conocido; y usado, es el relativo a la libertad de expresión. Juntas estas dos palabras; y todo el mundo frena en seco, como si de pronto apareciese un enorme cartel de contra mano, porque tenemos derecho, a decir lo que pensamos, a estar, o no de acuerdo con quienes ejercen el poder; y eso está, qué duda cabe, bien.
El problema es cuando usamos mal ese derecho; y protegidos por las dos palabras mágicas libertad; y expresión, violamos la de otros, su intimidad y/o privacidad, su derecho a permanecer anónimos; y aún más grave, se miente públicamente sobre cualquiera, se le vilipendia gratuitamente con el fin de dañar su imagen; y entonces solo nos queda la Justicia, aquella a la que muchos temen por su, a veces, inquietante subjetividad; y por desgracia, arbitrariedad política.
Mantra: "El Poder Judicial politizado se despolitizará cuando el despolitizador despolitice el Poder Judicial politizado". Pues eso.
Mantra es que todos somos iguales como si la igualdad fuese un valor absoluto;y una cosa indiscutible, es que lo somos en derechos; y obligaciones; y otra muy distinta, que lo seamos en capacidades. Ni los hombres; y mujeres somos iguales, ni las mujeres entre sí lo son, ni tampoco son iguales los hombres entre ellos, porque no hay dos personas iguales.
Hemos de tener, a parte de los mismos derechos; y obligaciones, igualdad de oportunidades, pero luego cada uno se las apaña como quiere y/o puede.
Quien mide 1,60 no puede ser fichado por la NBA, sólo faltaba que tuvieran que bajar la altura de la canasta, porque los bajitos también tienen el mismo derecho, a jugar.
Como quien mide 2,15, si es nefasto jugando; y solo por ser alto no tiene el mismo derecho, a que le fichen que quien es una estrella del baloncesto.
En fin que tod@s arrastramos nuestro particular "mantra"
Antonio Pedrosa
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