Algún día pasara lo que no tendría que pasar...
Había una vez en un pueblo, cualquiera de una Autonomía cualquiera; Donde vivía un hombre joven, cuyo único afán era sacar adelante a su familia, con la dificultad añadida de los tiempos que corren. En fin, no era especialmente culto, ni estaba al día de los avatares de la política, solo iba a lo suyo que consistía en tratar de que a a su mujer y a sus hijos no les faltara un trozo de pan. Para resumir, uno entre millones.
Su gran ventaja, era una salud de hierro; y vida por delante, hasta que ciertos acontecimientos truncaron el desarrollo natural de su historia.
Enfermó, primero enfermó su alma; y luego, por ende, su cuerpo; y así relató al matasanos de turno sus cuitas: tenían un pequeño piso en una calle tranquila; un piso:, más que suficiente, hasta que una noche le despertaron sumido en un fuerte temblor, acompañado del eco atronador de lo que parecía ser el equipo de música de una sala de fiestas. colindante. Como buen ciudadano llamó a la policía varias veces pero, curiosamente, en cada ocasión el ruido cedía momentáneamente, de forma que las mediciones siempre resultaban correctas y así, un hombre que jamás había vulnerado la ley se vio obligado (ante las bravatas y burlas del dueño del bar), a romperle la cara con las funestas consecuencias que todos podeis imaginar. Menos mal que existen los abogados de oficio, aunque les paguen tarde mal y nunca..
Quiero decir; con esto que siempre es una suerte tener amigachos entre la "autoridad competente", ( Ayuntamiento), municipal o autonómico, lo que te asegura una total impunidad, incluso para avasallar los derechos más elementales de tu vecino, tales como la salud y el descanso.
¿Un hecho aislado.? : "Para nada", queridos.
P.C.A...La ignorancia de un pueblo; no se mide por el grado de inteligencia de sus ciudadanos; se mide por el grado de tolerancia, que tienen ante las injusticias de sus gestores políticos...(A. Pedrosa).
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