Un viejo caballo competidor en carreras, que en sus días de juventud y fortaleza jamás se rindió ante ninguna valla, encontró en sus ancianos días una valla muy alta en una competición Quizo saltarla, pero no pudo hacerlo por la debilidad de sus patas, de modo que perdió la competición. Su dueño, llegando rápidamente, se mostró muy disgustado, y groseramente reprendió al caballo castigandolo.El caballo lo miró lastimosamente y le dijo: Mi Señor, mi espíritu está tan bueno como siempre, pero no puedo sobreponerme a mis flaquezas del cuerpo. Yo prefiero que me alabes por lo que he sido, y no que me maltrates por lo que ahora soy.
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Pedrosa