Marear la perdiz es hacer perder el tiempo intencionadamente, en rodeos o dilaciones que retrasan u obstaculizan la resolución de un problema. En el acto de marear la perdiz se precisan, como mínimo, dos colaboradores, uno es la pobre perdiz, que suele estar sola y desamparada, y el otro es el canalla del mareador, que normalmente está sólo, pero a veces está malvadamente acompañado. Marear la perdiz es una costumbre típica y exclusivamente Española, y está muy arraigada en la población, pese a que se calcula que hay una perdiz por cada millón de habitantes, gatos incluídos; así que nunca veréis un Ingles, o un mejicano mareando la perdiz.
Marear la perdiz provoca adicción, y si uno no tiene cuidado puede acabar transformándose en una oveja negra
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Pedrosa