Como se acercaba el día de la Diada, multitud de gente rústica había acudido a Barcelona, desde Pineda de Mar. y aldeas de alrededores.Llenos de curiosidad circulaban los forasteros por calles y plazas e invadían las tiendas y los almacenes para enterarse de todo, contemplarlo y admirarlo.Uno de Pineda entró por casualidad en la tienda de un óptico, en el punto de hallarse allí una señora anciana que quería comprar unas gafas.Tenía muchas docenas extendidas sobre el mostrador; se las iba poniendo sucesivamente, miraba luego en un periódico, y decía:Con éstas no leo.Siete u ocho veces repitió la operación, hasta que al cabo, después de ponerse otras gafas, miró en el periódico, y dijo muy contenta.Con éstas leo perfectamente.Luego las pagó y se las llevó.Al ver el de Pineda lo que había hecho la señora quiso imitarla, y empezó a ponerse gafas y a mirar en el mismo periódico; pero siempre decía:-Con éstas no leo.Así se pasó más de media hora, el rústico ensayó tres o cuatro docenas de gafas, y como no lograba leer con ninguna, las desechaba todas, repitiendo siempre:-No leo con éstas.El optico entonces le dijo:-¿Pero usted sabe leer?-Pues si yo supiera leer, ¿para qué había de comprar las gafas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pedrosa